UNA ANONIMA HISTORIA
Por Ulysses Pereira Esta historia es absolutamente verídica. Los nombres han sido cambiados para respetar la intimidad de los protagonist...

https://www.analiticacallejera.com/2024/05/una-anonima-historia.html
Por Ulysses Pereira
Esta historia es absolutamente verídica.
Los nombres
han sido cambiados para respetar la intimidad de los protagonistas.
Le gustaba
cocinar y tenía su humilde casita impoluta y con las ventanas cubiertas con cortinas
floridas que confeccionaba ella misma.
Después de la muerte de su madre, quedo sola con un hijo, producto de las ingenuidades de una juventud tranquila y anodina y Violeta se dedicó a coser, lavar y planchar para “la calle” como se le decía a hacer esos menesteres para otras personas y planchaba guayaberas y camisas de manera escrupulosa que ella misma entregaba en percheros forrados con cartón para que el alambre no marcara la ropa.
Tenía una extensa clientela que en su gran mayoría se convertían rápidamente en amigos por la calidad de su trabajo además de la puntualidad y buenos precios. Entregaba personalmente la ropa lavada y planchada y su presencia siempre pulcra, siempre olorosa y con el cabello simétricamente recogido hacia a atrás, era la personificación de la honradez y de la limpieza en las calles del barrio.
Después de la muerte de su madre, quedo sola con un hijo, producto de las ingenuidades de una juventud tranquila y anodina y Violeta se dedicó a coser, lavar y planchar para “la calle” como se le decía a hacer esos menesteres para otras personas y planchaba guayaberas y camisas de manera escrupulosa que ella misma entregaba en percheros forrados con cartón para que el alambre no marcara la ropa.
Tenía una extensa clientela que en su gran mayoría se convertían rápidamente en amigos por la calidad de su trabajo además de la puntualidad y buenos precios. Entregaba personalmente la ropa lavada y planchada y su presencia siempre pulcra, siempre olorosa y con el cabello simétricamente recogido hacia a atrás, era la personificación de la honradez y de la limpieza en las calles del barrio.
Era una buena persona y todo el mundo la apreciaba por su trabajo y por su personalidad enemiga de chismes y diretes y siempre presta para ayudar donde fuera necesario.
Román era un joven muy trabajador que consiguió un
empleo como ayudante del departamento de linotipos en los talleres del Diario
de la Marina, y al poco tiempo pudo sentarse frente a la calurosa maquina como
operario en agotadoras jornadas de más de 8 horas porque le gustaba el trabajo
y lo hacía bien.
Era un trabajo ímprobo el de marcar en plomo todos los artículos y noticias del citado periódico para su posterior impresión, pero pronto por su seriedad y dedicación hizo progresos.
Un joven austero enemigo de borracheras y de juergas de cubilete que iba al trabajo en bicicleta ya que vivía relativamente cerca de la calle Prado que era donde radicaba el periódico.
Era un trabajo ímprobo el de marcar en plomo todos los artículos y noticias del citado periódico para su posterior impresión, pero pronto por su seriedad y dedicación hizo progresos.
Un joven austero enemigo de borracheras y de juergas de cubilete que iba al trabajo en bicicleta ya que vivía relativamente cerca de la calle Prado que era donde radicaba el periódico.
Violeta y Román estaban muy separados espacialmente ya que Violeta
vivía en Santos Suarez, y Román en el vocinglero y a veces violento barrio de Jesús
María, icónica vecindad de entre los barrios de La Habana, pero un dia Violeta fue a entregar una ropa planchada y
casualmente Román se encontraba en la casa ya que había ido a visitar a un compañero
de trabajo enfermo e inmediatamente el amor se hizo presente entre ellos dos.
Se enamoraron quizás a primera vista.
Comenzaron los rituales acostumbrados, las primeras citas en el portal de la casita de Violeta e iniciaron un noviazgo casi distante sin demasiadas familiaridades no obstante ser Violeta una mujer ya hecha y derecha al igual que Román y con un hijo que frisaba ya los 12 años. Pero quizas la experiencia anterior convirtio a Violeta en una persona mas cauta y prudente y mantuvo la relacion en cuidadosos margenes por un par de anos.
Se casaron en la Iglesia de Jesús del Monte en la Calzada de 10 de Octubre en una sencilla ceremonia a la que acudieron numerosos amigos ya que ambos eran queridos y respetados en sus respectivos círculos de amistades.
No tuvieron luna de miel ya que no tenían con quien dejar a Mauricio y de la Iglesia fueron a su casita recién pintada para celebrar un pequeño convite con amigos y familiares.
Iniciaron su vida de matrimonio como eran ellos; armoniosa y sencillamente y a los dos años les nació una hija que llamaron Calista.
Llego la Gran Oscuridad en Enero del 1959 y Violeta siguió planchando y lavando para sus clientes, pero Román se quedó sin trabajo y por su renuencia a las ‘tareas revolucionarias” fue expulsado del periódico donde trabajaba y no pudo conseguir trabajo en ningún otro lugar similar.
El talentoso linotipista se quedó sin linotipo, sencillamente porque no comulgaba con los elementos de la nueva sociedad.
Comenzaron los rituales acostumbrados, las primeras citas en el portal de la casita de Violeta e iniciaron un noviazgo casi distante sin demasiadas familiaridades no obstante ser Violeta una mujer ya hecha y derecha al igual que Román y con un hijo que frisaba ya los 12 años. Pero quizas la experiencia anterior convirtio a Violeta en una persona mas cauta y prudente y mantuvo la relacion en cuidadosos margenes por un par de anos.
Se casaron en la Iglesia de Jesús del Monte en la Calzada de 10 de Octubre en una sencilla ceremonia a la que acudieron numerosos amigos ya que ambos eran queridos y respetados en sus respectivos círculos de amistades.
No tuvieron luna de miel ya que no tenían con quien dejar a Mauricio y de la Iglesia fueron a su casita recién pintada para celebrar un pequeño convite con amigos y familiares.
Iniciaron su vida de matrimonio como eran ellos; armoniosa y sencillamente y a los dos años les nació una hija que llamaron Calista.
Llego la Gran Oscuridad en Enero del 1959 y Violeta siguió planchando y lavando para sus clientes, pero Román se quedó sin trabajo y por su renuencia a las ‘tareas revolucionarias” fue expulsado del periódico donde trabajaba y no pudo conseguir trabajo en ningún otro lugar similar.
El talentoso linotipista se quedó sin linotipo, sencillamente porque no comulgaba con los elementos de la nueva sociedad.
Los
eventos que conocimos todos tambien afectaron el hogar de este par de sencillas y
honradas personas durante muchos años y Román finalmente encontró trabajo en la
empresa de Materia Primas, eufemismo utilizado para denominar apestosos locales
donde se clasificaba la basura que se separaba de los pomos de cristal y del incipiente
plástico de entonces.
En 1980 Cuba se estremece con los sucesos de le embajada del Perú y el subsecuente éxodo del Mariel.
Román decide irse de Cuba a buscar mejores horizontes.
Dejo a su mujer y a su hija y se embarcó en uno de aquellos camaroneros rodeados de familias anhelantes y de delincuentes rumbo a la Florida.
La despedida fue desgarradora, pero la convicción de Román era inquebrantable: trabajaría a romperse el lomo para reunirse con su familia en unas tierras más proclives y hospitas para personas como ellos.
Violeta no entendía mucho de “política” -como ella decía-, y jamás hablaba en esos términos, Román tampoco, pero la actitud de Román siempre fue de rechazo al discurso imperante en Cuba.
Violeta, - estoy seguro- hubiera preferido que Román bajara la cabeza y aceptara las guardias del comité, las marchas en la Plaza y los domingos rojos con la cal en el contén de las aceras y el chapeo de los canteros, las movilizaciones, las asambleas de méritos y deméritos y demás parafernalia comunista, para estar juntos, pero respetaba la posición de su esposo y aquella noche aciaga donde por primera vez en muchos años se encontró sola en la cama mirando la almohada vacía a su lado, se durmió con el corazón apretado pero con la esperanza que pronto estarían juntos de nuevo.
En 1980 Cuba se estremece con los sucesos de le embajada del Perú y el subsecuente éxodo del Mariel.
Román decide irse de Cuba a buscar mejores horizontes.
Dejo a su mujer y a su hija y se embarcó en uno de aquellos camaroneros rodeados de familias anhelantes y de delincuentes rumbo a la Florida.
La despedida fue desgarradora, pero la convicción de Román era inquebrantable: trabajaría a romperse el lomo para reunirse con su familia en unas tierras más proclives y hospitas para personas como ellos.
Violeta no entendía mucho de “política” -como ella decía-, y jamás hablaba en esos términos, Román tampoco, pero la actitud de Román siempre fue de rechazo al discurso imperante en Cuba.
Violeta, - estoy seguro- hubiera preferido que Román bajara la cabeza y aceptara las guardias del comité, las marchas en la Plaza y los domingos rojos con la cal en el contén de las aceras y el chapeo de los canteros, las movilizaciones, las asambleas de méritos y deméritos y demás parafernalia comunista, para estar juntos, pero respetaba la posición de su esposo y aquella noche aciaga donde por primera vez en muchos años se encontró sola en la cama mirando la almohada vacía a su lado, se durmió con el corazón apretado pero con la esperanza que pronto estarían juntos de nuevo.
Confiaba ciegamente en Román y no tenía duda alguna que un día recordaría
aquella noche como la peor de su vida, pero también como el primer paso a una
vida mejor con todos reunidos.
A los dos años Román presento la primera reclamación completamente en regla.
A los dos años Román presento la primera reclamación completamente en regla.
Silencio de las autoridades americanas.
Decidio esperar a ser ciudadano americano para tener más
argumentos a su favor y repitió la reclamación.
Nada. Silencio.
Tres veces hizo la reclamación por reunificación familiar.
Mas silencio. Ominoso. Presente.
Abogados, dinero, dolor, llamadas muy costosas, cartas regadas por las lágrimas de la desesperación, explicaciones, razonamientos que caían en el saco sin fondo de la desesperanza y la angustia.
Un infierno inenarrable se desplomo con todo su peso sobre aquella familia.
Román trabajaba en una fábrica de muebles, el primer trabajo a su llegada.
Tres veces hizo la reclamación por reunificación familiar.
Mas silencio. Ominoso. Presente.
Abogados, dinero, dolor, llamadas muy costosas, cartas regadas por las lágrimas de la desesperación, explicaciones, razonamientos que caían en el saco sin fondo de la desesperanza y la angustia.
Un infierno inenarrable se desplomo con todo su peso sobre aquella familia.
Román trabajaba en una fábrica de muebles, el primer trabajo a su llegada.
Después un amigo le intereso en el aire acondicionado,
negocio muy rentable en la ciudad de Miami por el insoportable calor, fue a la
escuela nocturna y saco sus equivalentes a secundaria, después paso un curso de
seis meses y comenzó a trabajar como técnico junior teniendo ya más de 40 años
y en dos años pudo comprarse un pequeño van y sus herramientas y comenzó
trabajar por su cuenta.
Los anos pasaron y Román nunca intento reconstruir
su vida con otra mujer, su vida estaba en La Habana en aquella pequeña
casita de Santos Suarez donde su hija crecía y su mujer se agotaba. Todos los intentos perfectamente legales de Román
para reunirse con su familia fueron vanos.
Nunca quiso ir de visita porque no quería una visita, quería su vida de vuelta y ya con un buen patrimonio y negocio propio, Román presentó otra solicitud, solida, bien fundamentada, respaldado por un afamado bufete de abogados de Sarasota, pero también fue denegada.
El gobierno norteamericano jamás ha dicho porque negaban la reunificación familiar de esta familia sin connotaciones políticas de alguna clase que solo querían vivir juntos en un país que incluso tenia leyes que protegían a los que huían de aquella locura.
Casi a los 60 años a Román le detectan cáncer en el esófago.
Terminal.
Duro 9 meses. Al cabo de los cuales, Román muere solo en la ciudad de Miami.
Un abogado compasivo del team de Sarasota, intenta sacar a Violeta y la hija de Cuba por términos humanitarios, por ser el más ferviente deseo de Román en vida, entendiendo correctamente que el mejor homenaje para aquel hombre seria que su hija y su esposa vivieran en libertad los anos restantes.
De nuevo denegada. No hay base para una petición humanitaria, dijeron.
La debacle se desploma sobre Violeta y sus hijos.
El desconsuelo era profundo y la tristeza iba más allá de lo posible. Ya no había siquiera la esperanza de ponerle flores a la tumba de Román que yacía solo en un agujero en una tierra extraña.
No se sabe que fue de la tumba de Román, si alguien la cuidaba, si alguien al menos tiraría un poco de agua fresca de vez en cuando sobre el cemento calcinado de la tumba perdida en algun cementerio de Miami.
El abogado compasivo, como tenía un poder otorgado por Román para asuntos de inmigración, por una triquiñuela legal, se queda con todo el patrimonio, cuentas de bancos, carros y herramientas y lo vende todo. Ni siquiera un centavo envía a la familia que sufre como todos los cubanos los embates de la caída de la URSS, mecenas absoluto de la Involución Cubana.
Vivieron entre el dolor y la pena por décadas. Mauricio se hizo hombre y Calista mujer.
Mauricio tuvo dos hijas y Calista otra, y las risas infantiles mitigaron en algo la sombría atmosfera de la casita limpísima con cortinas floreadas.
Violeta envejeció tristemente con el recuerdo de Román en la almohada vacía, tenía fotos y cartas que miraba día tras día, quizás imaginándose entrañables escenas que nunca se produjeron.
Vivía ya anciana sentada en un sillón de madera rodeada de sus dos hijos y nietos, impecable como siempre y pidiendo un poquito de colonia y talco para después del baño.
Entro a un hospital de la Habana un día del 2023.
Nunca más salió, como ha sucedido con otras personas que conozco e incluso con personas de mi propia familia.
Y ahora pienso en esta desdichada y triste historia de una familia cubana cuyo deseo de reunificación por las vías legales fue sistemáticamente denegado por las autoridades americanas durante décadas, cuando veo la enorme cantidad de testaferros, operadores de ingeniería social, represores, policías, miembros del gobierno, jueces gubernamentales que sentenciaron a jóvenes a más de 30 años de cárcel por salir a pedir libertad y que ahora son recibidos en el aeropuerto de Miami y en otros aeropuertos en una terrible y dantesca ironía, con carteles de BIENVENIDOS A TIERRAS DE LIBERTAD.
No creo que exista un ultraje mayor a la memoria de Román
y a la de otros como Román que la
actual inyección de detritus humano que el
mismo gobierno que denegó y demora
reunificaciones familiares de personas decentes y trabajadoras, permite
alegremente con el ingreso indiscriminado de ladrones, criminales y vagos.
Nunca quiso ir de visita porque no quería una visita, quería su vida de vuelta y ya con un buen patrimonio y negocio propio, Román presentó otra solicitud, solida, bien fundamentada, respaldado por un afamado bufete de abogados de Sarasota, pero también fue denegada.
El gobierno norteamericano jamás ha dicho porque negaban la reunificación familiar de esta familia sin connotaciones políticas de alguna clase que solo querían vivir juntos en un país que incluso tenia leyes que protegían a los que huían de aquella locura.
Casi a los 60 años a Román le detectan cáncer en el esófago.
Terminal.
Duro 9 meses. Al cabo de los cuales, Román muere solo en la ciudad de Miami.
Un abogado compasivo del team de Sarasota, intenta sacar a Violeta y la hija de Cuba por términos humanitarios, por ser el más ferviente deseo de Román en vida, entendiendo correctamente que el mejor homenaje para aquel hombre seria que su hija y su esposa vivieran en libertad los anos restantes.
De nuevo denegada. No hay base para una petición humanitaria, dijeron.
La debacle se desploma sobre Violeta y sus hijos.
El desconsuelo era profundo y la tristeza iba más allá de lo posible. Ya no había siquiera la esperanza de ponerle flores a la tumba de Román que yacía solo en un agujero en una tierra extraña.
No se sabe que fue de la tumba de Román, si alguien la cuidaba, si alguien al menos tiraría un poco de agua fresca de vez en cuando sobre el cemento calcinado de la tumba perdida en algun cementerio de Miami.
El abogado compasivo, como tenía un poder otorgado por Román para asuntos de inmigración, por una triquiñuela legal, se queda con todo el patrimonio, cuentas de bancos, carros y herramientas y lo vende todo. Ni siquiera un centavo envía a la familia que sufre como todos los cubanos los embates de la caída de la URSS, mecenas absoluto de la Involución Cubana.
Vivieron entre el dolor y la pena por décadas. Mauricio se hizo hombre y Calista mujer.
Mauricio tuvo dos hijas y Calista otra, y las risas infantiles mitigaron en algo la sombría atmosfera de la casita limpísima con cortinas floreadas.
Violeta envejeció tristemente con el recuerdo de Román en la almohada vacía, tenía fotos y cartas que miraba día tras día, quizás imaginándose entrañables escenas que nunca se produjeron.
Vivía ya anciana sentada en un sillón de madera rodeada de sus dos hijos y nietos, impecable como siempre y pidiendo un poquito de colonia y talco para después del baño.
Entro a un hospital de la Habana un día del 2023.
Nunca más salió, como ha sucedido con otras personas que conozco e incluso con personas de mi propia familia.
Y ahora pienso en esta desdichada y triste historia de una familia cubana cuyo deseo de reunificación por las vías legales fue sistemáticamente denegado por las autoridades americanas durante décadas, cuando veo la enorme cantidad de testaferros, operadores de ingeniería social, represores, policías, miembros del gobierno, jueces gubernamentales que sentenciaron a jóvenes a más de 30 años de cárcel por salir a pedir libertad y que ahora son recibidos en el aeropuerto de Miami y en otros aeropuertos en una terrible y dantesca ironía, con carteles de BIENVENIDOS A TIERRAS DE LIBERTAD.
El Hombre Nuevo, el mismo espécimen que soñó
el Asesino Asmático y que ahora toma café
en el Versalles y que maneja un bici
taxi por las calles de Miami porque la mierda siempre porta la mierda, la
esparce y la siembra dondequiera que va.
Nadie ha hablado jamás de Violeta y Román.
Ese tipo de historias no interesan.
Nadie ha hablado jamás de Violeta y Román.
Ese tipo de historias no interesan.
Cuando me entere de la muerte de Violeta, una persona muy apreciada, respetada y querida por mi y por mi familia, me dolio, como es natural. Pero tambien sonrei.
Porque al fin estan juntos. En el cielo o dondequiera que esten, pero estan juntos en espiritu y en un lugar mucho mejor que este estercolero de mundo donde estamos viviendo.
1 comentario
Nunca mejor dicho Maestro
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