UN POCO DE HISTORIA PARA LAMENTATRICES
Me he decidido a escribir este artículo a partir de las extensas y profundas confusiones de ética, conceptos y conocimientos básicos gener...

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Me he decidido a escribir este artículo a partir de
las extensas y profundas confusiones de ética, conceptos y conocimientos
básicos generales de historia reciente por parte de muchos de los cubanos que
se encuentran en el exterior. Excluyo a los pobres que aun vociferan desde el
interior de la Isla por razones obvias.
A raíz de las
aproximaciones entre Rusia y USA, las cuales son más que necesarias,
imprescindibles en el tablero geopolítico mundial, un coro de lamentatrices se
ha alzado en Estados Unidos proveniente de la llamada “comunidad cubano
americana” señalando que Trump es un traidor, que “ se da la lengua” ( reitero
que esta expresión me causa repugnancia, pero así lo expresan) con Putin, que se ha bajado los pantalones
con Putin, los más solidarios gritan que ha traicionado a Venezuela, a
Nicaragua…. ¿Cuál más? No recuerdo.
Sobre este particular voy a realizar una serie de
artículos a ver si se entiende que Trump recibió un mandato del pueblo
americano, no del cubano ni del venezolano ni del nicaragüense y sus
prioridades se centran en los acuciantes problemas de los Estados Unidos.
Pero hoy voy a explicar una vez más los antecedentes
históricos de la “invasión” de Rusia a Ucrania. No se puede decir como expresan
ciertos exaltados que la guerra la inicio Ucrania y que Rusia no invadió
Ucrania.
Eso sería faltar a la verdad y de muy poca seriedad.
Pero como he dicho antes, el derecho en este conflicto le asiste a Rusia como
veremos más adelante.
La causa del conflicto no es una supuesta voluntad
expansionista de Rusia, como no cesan de remachar los países europeos.
La guerra en Ucrania es consecuencia de la expansión
de la OTAN, que violó sistemáticamente compromisos previos, y esa expansión
amenaza directamente la seguridad de Rusia.
La caída del Muro de Berlín –el 9 de noviembre de
1989– fue un hecho imprevisto que tomó
por sorpresa a todo Occidente y durante todo el año 1990 hubo dudas por parte
de los rusos si la nueva Alemania unificada iba a ser parte de la OTAN.
Rusia, con una inmensa frontera de más de 6 mil kilómetros era muy sensible a este
particular y en la Cumbre de Malta, realizada el 2 y el 3 de diciembre de 1989
entre el presidente estadounidense George Bush padre y el presidente soviético
Mijaíl Gorbachov, USA dejo claro que nada tenía que ver con la caída del muro
ni con la unificación de las Alemanias y que Estados Unidos no tenía
intenciones de iniciar acto alguno de hostilidad contra la entonces URSS.
También en aquella época el entonces ministro de
Relaciones Exteriores de Alemania Federal dijo que «los cambios en Europa del Este y el proceso de unificación de Alemania
no debían conducir a una “violación contra los intereses de seguridad
soviéticos”. Por consiguiente, la OTAN debería excluir una “expansión de su
territorio hacia el este, o sea un acercamiento hacia las fronteras soviéticas”».
El Tratado de Moscú –firmado el 12 de septiembre de
1990– se alinea con estos presupuestos al certificar que la Alemania
reunificada no reclamaría territorios en Polonia y que no habría bases de la
OTAN en Alemania del este.
En 1995, el entonces presidente de Rusia Boris
Yeltsin sostuvo una conferencia de prensa con Bill Clinton en la Casa Blanca,
quien se deshace en seguridades acerca del no movimiento de la OTAN al este,
pero al mismo tiempo su subsecretario de Estado Richard Holbrooke estaba
viajando por Europa para incluir a los antiguos miembros del Pacto de Varsovia
a la OTAN.
Previamente en la Cumbre de Budapest el 5 de diciembre
del 1994 en el marco de la CSCE (Conferencia
sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa) Boris Yeltsin expresa sus ideas
acerca de esta situación:
Se
trata de una decisión (inclusión de países cercanos a Rusia a la OTAN) cuyas
consecuencias determinarán la configuración europea para los años venideros. Puede
conducir [esa decisión] a un deslizamiento hacia el deterioro de la confianza
entre Rusia y los países occidentales.
¿Por
qué sembrar las semillas de la desconfianza? Después de todo, ya no somos
enemigos. Ahora todos somos socios. El año 1995 marca el 50º aniversario de la
Segunda Guerra Mundial. Medio siglo después estamos cada vez más conscientes de
la verdadera significación de la Gran Victoria y de la necesidad de una
reconciliación histórica en Europa.
Ya
no debe haber adversarios, vencedores ni vencidos. Por primera vez en su
historia, nuestro continente tiene una posibilidad real de hallar la unidad.
Dejarla pasar, es olvidar las lecciones del pasado y poner en peligro el futuro
mismo.»
La respuesta de Estados Unidos a esta declaración de
principios conciliatoria fue: «La OTAN
no excluirá automáticamente ninguna nación de la adhesión. (…) Al mismo tiempo,
ningún país exterior estará autorizado a vetar la expansión.»
Pero a pesar de asegurar a Rusia que Alemania no
entraría en la OTAN ni se involucraría en guerras o incursiones a otros países,
en la guerra de Yugoeslavia Alemania intervino como miembro de la OTAN,
desplego tropas alemanas y entrono a personal de Kosovo en Turquía
En la cumbre de la OTAN en Madrid el 8 y el 9 de
julio de 1997, se anunció las adhesiones de Checoslovaquia Hungría y Polonia, así
como las de Eslovenia y Rumania.
Rusia sabe que no tiene derecho a impedir que
estados independientes se incorporen a la OTAN, pero teme por su seguridad y en
la Cumbre de Estambul en noviembre del 1999 de la CSCE se adopta una resolución
que si bien reconoce el principio de libre adhesión de cualquier estado a
cualquier alianza junto con el principio de prohibición de adoptar medidas que
amenacen la seguridad de sus vecinos.
Entre el 1997 y el 2024 Bulgaria, Eslovaquia,
Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania y Rumania, Albania y Croacia, Montenegro
y Macedonia del Norte, finalmente Suecia y Finlandia se han incorporado a la
OTAN.
Como podemos ver Occidente en pleno ha violado todas
sus promesas.
Lo que era inaceptable en 1990 sigue siendo
inaceptable hoy en día. Es imposible de permitir para Rusia que la OTAN emplace misiles a sólo
4 minutos de vuelo de Moscú.
Es
la misma situación que ya se vio en 1962. Estados Unidos desplegó misiles a las puertas de la URSS, en Turquía.
Los soviéticos
respondieron instalando misiles en Cuba, a 90 millas
de las costas de Estados Unidos.
Afortunadamente prevalecieron las cabezas frías y se
pudo evitar el holocausto.
Rusia propuso el 17 de diciembre del 2021 un
borrador de un Tratado bilateral Rusia –USA para evitar encontronazos en la ya
inevitable gran expansión de los países cercanos.
En su artículo 2 estipula que:
Las
Partes velan por que todas las organizaciones internacionales, alianzas
militares y coaliciones
en las cuales participa al menos unas de las Partes se apeguen a los principios
enunciados
en la Carta de las Naciones Unidas.
Esto propone cierto grado de ingenuidad por parte de
Rusia cuando Occidente ha violado todos y cada uno de los acuerdos similares en
los últimos 30 años y su herramienta para hacerlo ha sido precisamente la ONU
En su artículo 4, que los Estados que fueron miembros de la Unión Soviética no pueden ser
miembros de la OTAN.
Eso implica que Estonia, Letonia y Lituania tienen que salir de la OTAN y que
Ucrania y Georgia no pueden incorporarse a ese bloque militar.
En su artículo 7 la prohibición de desplegar armas
nucleares fuera de las
fronteras nacionales.
Eso implica la retirada inmediata del armamento atómico
ilegalmente almacenado en países como Italia y Alemania, en violación
del Tratado de No Proliferación
nuclear firmado en 1968.
Además, respetar la Carta de la ONU implica regresar
al funcionamiento original de las Naciones Unidas y abandonar las prácticas
ilegales que la ONU ha estado implementando desde la disolución
de la Unión
Soviética.
Como es natural,
nada de esto ha sido implementado y ya sabemos como fueron las cosas.
Sin embargo, con la
ascensión de Trump a la presidencia de USA muchas cosas pueden cambiar y no
desde el punto de vista geopolítico, aunque si estratégico.
Donald Trump había declarado que resolvería el
conflicto en Ucrania muy rápidamente. Ahora reconoce que va a necesitar más
tiempo y ha designado al general Keith Kellogg como su enviado especial en
Ucrania.
Durante el primer mandato presidencial de Donald
Trump, el general Kellogg fue el sustituto del general Michael Flynn como
consejero de seguridad nacional y posteriormente encabezó el estado mayor del
Consejo de Seguridad Nacional.
Durante la última campaña electoral, el general
Kellogg encargó a uno de sus antiguos colaboradores, Frederic H. Fleitz, la
preparación de un plan para Ucrania.
Ese plan fue publicado, el 11 de abril de 2024, por
el America First Policy Institute.
En este documento, el general Keith Kellogg y
Frederic Fleitz tildan de ridículas las explicaciones rusas de que la operación
militar especial tiene como objetivo desnazificar Ucrania.
También califican de «paranoia» el temor de Rusia a
que Ucrania se convierta en miembro de la OTAN. Kellogg y Fleitz explican el
fracaso de la administración Biden acusándola de haber apostado inútilmente contra
Rusia al respaldar la aspiración de Kiev a que Ucrania se convirtiese en
miembro de la OTAN, en vez de tratar de negociar directamente con Moscú.
No niegan los esfuerzos de la administración Biden
por evitar algún acuerdo de paz utilizando al correveidile del Boris Johnson. Famosa
es su irrupción en Turquía cuando a punto se estaba de firmar los acuerdos de
paz.
Asertan, tanto Kellogg como Fleitz que para
Occidente es imposible alcanzar la victoria en Ucrania y que hubiera sido mejor
negociar con Rusia proponiendo la flexibilización de las sanciones, estrategia
que compartió hasta Henry Kissinger antes de morir
Tengo el documento y lo he leído dos veces. No es
denso y está bien redactado y no me sorprende que políticos, militares y
altamente calificados personajes de los tanques pensantes americanos caen una y
otra vez en el mismo error: aplican el pensamiento americano a Rusia.
Califican a la preocupación de Rusia por el evidente
nazismo ucraniano como ridículas e ignora el principal elemento ideológico en
las acciones de Rusia.
El documento, presentado como la hoja de ruta del
gobierno de Trump con respecto a Ucrania nos reafirma que los consejeros de
Trump no entienden la cuestión ucraniana cuando leemos que el mismo Fleitz en
The Federalist dice que Moscú lo que teme es una democratización de Ucrania que podría propagarse hacia Rusia.
Semejante imbecilidad hace que ponga en duda el buen
juico de Trump al confiar un tema tan delicado a esta persona.
Así las cosas, vemos que Trump tiende a acercarse a Putin
para resolver el problema. Europa sigue sin entender y cierra filas y a grandes
voces reafirma sus ayuda y apoyo a Ucrania, simbólico a mi entender ya que sus
arsenales están vacíos. Correctamente Trump se desentiende del problema
ucraniano y Moscú reafirma sus posiciones: hablara con Trump, pero ni Europa ni
Ucrania estarán en la mesa. No los quiere Ni los necesita.
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