BARLOVENTO

Cada vez que en un día soleado siento la brisa fresca   en mi rostro, me viene a la mente Barlovento. Mucha gente no identifica el lugar...


Cada vez que en un día soleado siento la brisa fresca  en mi rostro, me viene a la mente Barlovento.
Mucha gente no identifica el lugar con esta palabra.
Barlovento era el nombre de un hotel construido antes de la Gran Oscuridad a la orilla de la costa de Jaimanitas, muy próximo al poblado de Santa Fe.
Un paradisiaco rincón con cuatro canales de agua salada que desembocaban en el mar donde se construyó un edificio que albergaria un hotel de 4 pisos, con un amplio parqueo rodeado de pequeños arboles de sombra.
Detrás del edificio había una piscina que era rodeada por pequeñas cabañitas muy pintorescas, todo lleno de arbustos de flores y arboles frondosos.
No sé si alguna vez funciono como tal, pero ahora es  un gran complejo turístico llamado Marina Hemingway.
Antes de convertirse en un polo de turismo, el lugar era la sede de la Escuela Superior de Pesca Andrés Gonzales Lines.
Allí llegue el 3 de septiembre de 1972, no muy seguro de lo que había hecho y totalmente confundido por la voz de trueno del Instructor Tortosa quien desde el Circulo Social Obrero Marcelo Salado nos venía dando instrucciones con su uniforme gris y sus charreteras negras y amarillas que nos impresionaron a todos.
Un par de anos mas tarde moririra aplastado por una mole de concreto   en  un inexplicable accidente.
Semanas atras yo había llenado la planilla de admisión pidiendo la carrera de Electrorradionavegante ya que imaginaba tenía algo que ver con la electrónica y los radios y el sonido.
No era mi destino enredarme con los cables y los botones, porque por razones que nunca supe, no me aceptaron como Radionavegante y me ofrecieron ser Maquinista Naval.
Ya estaba ahí y me gustaba el ambiente y la cosa marina y acepte.
Con esta aceptación firme para muchas cosas buenas y otras malas en mi destino, tenia 15 anos y  carecía de la visión larga y de la información necesaria para tomar las decisiones precisas.
Pero no me arrepiento.
Pase 4 anos inolvidables en ese lugar, conocí personas que cuarenta años después siguen siendo mis amigos,  practique deportes, me senté en el fondo del mar con un aqualong, bucee a profundidades increíbles, aprendí muchas cosas de la vida marina, me convertí en Oficial de Maquinas, viaje por el mundo entero, enfrente tempestades, cruce varias veces el Ecuador  el Canal de Panama, vi el Saint Lorenzo congelado y  tengo un ancla en el brazo que morirá conmigo .
Todo eso me dio Barlovento y mucho más.
Por las tardes, cuando descargábamos nuestra juvenil energía en juegos acuáticos en la costa, se divisaba La Habana.
Siempre azul y a veces brumosa, como una postal.
Jamás he olvidado aquella visión y la guardo celosamente en las eléctricas bóvedas de mi cerebro.
Barlovento nos entregó , además de su belleza incuestionable , una miríada de recuerdos indelebles que a veces se activan y de súbito, nos  trasladan muchos anos en el pasado, cuando éramos jóvenes y poderosos y pensábamos que teníamos el mundo a los pies.

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