EL DECLIVE DE LA INTELIGENCIA EN OCCIDENTE
Durante décadas, las puntuaciones de inteligencia y rendimiento escolar subían generación tras generación. A ese fenómeno se le llamó Efecto...
Durante décadas, las puntuaciones de inteligencia y rendimiento escolar subían generación tras generación. A ese fenómeno se le llamó Efecto Flynn. Sin embargo, desde mediados de los años 2000, varios países desarrollados están registrando estancamientos e incluso retrocesos en pruebas de razonamiento y competencias académicas. La pregunta es inevitable:
¿se está degradando la inteligencia en los jóvenes?
La respuesta corta: hay evidencia de declive en habilidades medidas por pruebas estandarizadas, pero esto no significa una caída genética en la inteligencia humana, sino una consecuencia de factores ambientales recientes.
Veamos que esta sucediendo al respecto en Canadá y en Estados Unidos.
Canadá: retrocesos medibles en PISA
Los resultados de PISA 2022 muestran descensos claros respecto a 2018:
• Matemáticas: caída significativa.
• Lectura: descenso claro.
• Ciencias: leve disminución o estancamiento.
Canadá continúa por encima del promedio de la OCDE, pero el patrón es inequívoco: los jóvenes rinden peor que hace 5–10 años. La propia OCDE atribuye el deterioro a interrupciones educativas, desigualdad y rezagos acumulados.
Estados Unidos: inversión parcial del Efecto Flynn
Estudios recientes que analizan millones de datos (2006–2018) muestran un patrón contundente:
• Bajan varias medidas cognitivas (razonamiento verbal, memoria de trabajo, algunas habilidades de procesamiento).
• El declive es más fuerte en los jóvenes y en grupos de bajo nivel socioeconómico.
• Peores resultados en décadas para lectura y matemáticas en secundaria.
El efecto no aparece de la nada: ya había un declive prepandemia que la COVID aceleró.
El fenómeno no solo se manifiesta en Norteamérica. Europa también presenta estas características.
Europa: tendencias similares en múltiples países
Países como Noruega, Dinamarca, Reino Unido, Francia y los Países Bajos reportan:
• Reversiones del Efecto Flynn: las puntuaciones de CI dejan de subir y empiezan a descender.
• Retrocesos en matemáticas y lectura según PISA 2022, con especial impacto en estudiantes vulnerables.
• Caída notable en competencias numéricas en jóvenes británicos y franceses en la última década.
La evidencia europea es consistente: las generaciones más jóvenes no están alcanzando, en promedio, el nivel cognitivo medido que exhibían jóvenes de hace 15–20 años.
Entonces, nos estamos volviendo “menos inteligentes”? No creo.
La inteligencia humana no cambia genéticamente en apenas dos décadas.
Sí están cayendo las habilidades cognitivas y académicas medidas por las pruebas más usadas. Y lo que muestran los datos es un declive funcional, no biológico.
Las causas apuntan a un fenómeno ambiental, no genético y los estudios coinciden en los factores clave:
Interrupciones educativas y pandemia
• Cierre de escuelas.
• Aprendizaje remoto desigual.
• Pérdidas acumuladas en matemáticas y lectura.
Cambios en hábitos de lectura
• Menos lectura profunda.
• Mayor consumo de contenido breve, fragmentado y audiovisual.
Exposición constante a pantallas
• Uso de dispositivos como “muletas cognitivas”.
• Menor práctica de memoria, cálculo y razonamiento sostenido.
Desigualdad socioeconómica
• Brechas que se ensanchan: quienes tenían menos apoyo educativo cayeron mucho más.
Cambios en modelos educativos
• Menos énfasis en fundamentos (aritmética, comprensión lectora, resolución de problemas).
• Metodologías ineficientes o mal implementadas.
No es que la inteligencia humana se esté “degradando” como especie, pero sí se está debilitando el nivel de habilidades cognitivas prácticas que las pruebas miden: razonamiento, lectura compleja, matemáticas y capacidad de concentración.
En Canadá, EE. UU. y gran parte de Europa, los datos coinciden:
las generaciones jóvenes están rindiendo peor que las anteriores en los indicadores más importantes del desarrollo intelectual moderno.
La buena noticia es que esta tendencia es reversible, porque sus causas son ambientales, no biológicas.
Pero ignorarla sería un error: el declive cognitivo ya no es un debate académico; es un problema social de primer orden. Y podríamos muy fácilmente decir que ya hay generaciones enteras que muestran cierto retroceso intelectual
Durante años se repitió el mantra de que “cada generación es más inteligente que la anterior”. Hoy ese lema es una broma.
En Canadá, Estados Unidos y buena parte de Europa, las pruebas internacionales muestran un retroceso evidente en capacidades básicas, acompañado por un colapso silencioso en la enseñanza STEM precisamente las áreas que sostienen cualquier sociedad avanzada.
Este no es un articulo cualquiera, es un diagnóstico clínico del deterioro intelectual de Occidente lo cual es un hecho incontestable.
En Norteamérica los estudios muestran, como hemos dicho que:
• Caen habilidades de razonamiento.
• Caen medidas de comprensión verbal.
• Caen métricas de memoria de trabajo.
Para completar el cuadro, las pruebas NAEP registran niveles históricamente bajos en matemáticas y lectura en secundaria. No es un accidente: es un patrón.
En Europa el retroceso se normaliza:
Noruega, Dinamarca, Reino Unido, Francia, Países Bajos: la lista crece.
En todos se observa estancamiento o declive del CI promedio, junto con una pérdida de competencias básicas.
Europa, que se ufana de su “alta cultura”, no logra que un porcentaje creciente de sus jóvenes resuelvan operaciones matemáticas básicas o lean un texto complejo sin atascarse.
El derrumbe silencioso: la muerte lenta de STEM
Mientras China gradúa más ingenieros, matemáticos y programadores de los que Occidente puede siquiera soñar, Norteamérica y Europa están desacelerando la formación técnica, reemplazándola por:
• currículos diluidos,
• estándares más bajos,
• reducción de exigencia,
• y una pedagogía obsesionada con “no incomodar”.
Con esto logran que menos estudiantes eligen STEM Porque el sistema escolar deja de prepararlos para resistir el rigor necesario. Cuando llegan a la universidad, se estrellan. Y abandonan. La enseñanza técnica se convierte en “proyectos bonitos”, pero sin matemáticas sólidas ni ciencia experimental seria. Es STEM de cartón.
La escasez de docentes con formación fuerte en matemáticas, ciencias y computación es crónica y la solución es bajar el nivel para que el sistema pueda seguir funcionando.
Mientras Occidente debate pedagogía, diversidad e inclusión, Asia construye laboratorios, acelera investigación cuántica, y empuja a sus jóvenes a dominar física, ingeniería y matemáticas avanzadas.
Occidente está criando estudiantes distraídos, no pensadores y no es un problema genético, repito, es cultura. La mente se acostumbra a la gratificación inmediata, no al esfuerzo sostenido. Menos lectura, menos concentración, menos memoria.
Cada vez más currículos evitan la dificultad cognitiva porque “frustra”.
y el resultado son cerebros sin entrenamiento intelectual.
Los jóvenes vulnerables pierden terreno; las escuelas no logran compensarlo.
Pero el sistema sigue funcionando como si nada pasara.
Occidente está creando una generación muchísimo menos capaz cognitivamente que las anteriores, en cuanto a rendimiento académico y habilidades cognitivas básicas y es culpa del sistema que falla lastimosamente en los países “libres y democráticos”.
El cerebro joven es campo fértil, puro potencial, pero si se le alimenta con distracciones, currículos blandos, justificaciones, y cero exigencias lógicas tenemos este resultado.
¿Es este declive reversible?
Seguro, pero hay que tener pelotas y Occidente debe dejar todas las agendas que hasta ahora solo han logrado empobrecer y disminuir el formidable potencial de todos estos países.
Que tendríamos que hacer:
• Recuperar la exigencia académica (matemáticas de verdad, ciencia de verdad).
• Reducir la dependencia pasiva de la tecnología.
• Priorizar lectura profunda y pensamiento crítico.
• Devolver el rigor a los programas STEM.
• Invertir en maestros realmente preparados en ciencias y matemáticas.
• Detectar rezagos temprano y corregirlos rápido.
Pero todo eso exige una decisión incómoda: admitir que la educación actual está fallando, que el deterioro es real y que muchos gobiernos prefieren maquillar la crisis antes que enfrentarla y sobre todo que el sistema educativo de todos los países de occidente ha caído bajo el dominio de las diferentes agendas sociales, y que Occidente está perdiendo el músculo intelectual que lo hizo poderoso. Lo más triste es que no se trata de un colapso inevitable. Es un colapso permitido.
Canadá, Estados Unidos y Europa están dejando que una combinación de pantallas, pedagogía blanda y falta de rigor arrastre a los jóvenes hacia un nivel cognitivo inferior al de sus padres.
La inteligencia humana no se está extinguiendo.
Lo que sí está desapareciendo es la cultura del esfuerzo, el entrenamiento cognitivo, y la disciplina intelectual que construyeron las grandes sociedades.
Si Occidente no recupera la seriedad educativa —especialmente en STEM— dejará de competir en innovación, ciencia y tecnología.
Y la historia no espera a los rezagados.

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